martes, 31 de enero de 2017

Carl Panzram



Carl Panzram nació en 1891, en los Estados Unidos. Fue hijo de un inmigrante y tenía 6 hermanos. Cuando cumplió los 7 años, su padre abandonó a su madre. Un año más tarde, Carl Panzram entró en la vida criminal: a los 8 años, ya cometía delitos delitos menores.

Cuando llegó a los 11 años, Carl fue enviado a un reformatorio, donde pasó dos años en compañía de otros 300 jóvenes. Allí fue golpeado y sodomizado repetidas veces, incluso por líderes religiosos. “Entonces comencé a pensar que debía tener mi venganza pronto y tan a menudo como pudiera hacer daño a alguien“, dijo Panzram, tiempo más tarde. “Los cristianos me enseñaron a ser un hipócrita, aprendí más acerca de robar, mentir, odiar, quemar y matar. Y que un recto puede servir para otros propósitos“.


Al salir de la institución, con cerca de 14 años, Panzram dejó un dispositivo armado para incendiar el edificio.

Ya en la calle, desarrolló un comportamiento pirómano (incendiario) y solía fantasear con promover los homicidios en masa. Su relación con su madre se fue deteriorando a medida que pasaba el tiempo.

En la escuela, un profesor solía agredirlo. Un día, esto aún a los 14, Panzram llevo un arma e intentó matarlo, pero comenzó a pelear y Panzram, dominado, terminó perdiendo el arma. Unos días más tarde, Panzram tomó un tren y “cayó en el mundo.”

Panzram robaba y mendigaba, durmiendo en cualquier lugar. Terminó siendo violado por cuatro hombres. Tras cometer otro crimen, fue de nuevo a un reformatorio. Panzram hablaba el idioma de un criminal nato y un oficial de policía solía molestarlo a menudo. Entonces Carl decidió matarlo. Cometió el asesinato con un trozo de madera, golpeando al policía en la parte posterior de la cabeza. Tras este suceso se volvió es uno de los prisiones más vigilados en la institución y decidió huir.

Comportamiento Pirómano.

Panzram escapó con un colega. Adquirió armas y “robaron todo lo que pudieron“, incluyendo iglesias, a las que Carl quemaba después – uno de sus crímenes favoritos. “Yo amo a Jesús tanto que quiero crucificarlo de nuevo.” Dijo Panzram. Pronto el dúo se disolvió y Panzram comenzó a utilizar otros nombres.

En 1907, con 16 años, Panzram mintió sobre su edad y se unió al ejército. En el primer día, recibió un castigo – el primero de muchos que recibiría una vez dentro. Acabó siendo sorprendido robando y fue sentenciado a tres años de servicio forzado en una penitenciaría federal.


Panzram tenía mucha dificultad para adaptarse a estos ambientes. Las reglas en la cárcel eran estrictas y Carl vivía siendo castigado. Tenía que llevar a una bola de hierro unida a los pies, incluso cuando rompía piedras trabajando 10 horas al día, 7 días a la semana. Un día, Panzram incendió una parte de la prisión, pero no fue descubierto. Salió en 1910.

Fue arrestado varias veces más, en otros lugares, por diversos delitos, pero se las arreglaba para escapar. Y siguió su conducta incendiaria …

Odio hacia el mundo.

Sobre sus víctimas, Panzram dijo que no era selectivo, “sólo importaba que fueran seres humanos.” Incluso violó hasta a un policía que intentó extorsionarlo.

Nunca desarrolló mayor interés por las mujeres. En las cárceles, por tener un porte aventajado y por sus características psíquicas dominantes y agresivas, acababa sodomizando a sus compañeros. Eran tan cínico, que en una de sus detenciones, llenó el campo de “Ocupación” en su formulario de admisión con: “ladrón”. Pese al aumento de sus penas, su comportamiento nunca cambió.

En una ocasión, robó la casa de William H. Taft, ex presidente de EE.UU.. Panzram obtuvo un montón de dinero con los objetos que vendió y se compró un yate. Sin embargo, el revolver calibre 45 que encontró en la casa, no lo vendió, pasó a portarlo como arma propia.

Y, como debía ser, mientras andaba en su yate, invadió algunos otros, vacíos, y robó todo lo que había.

También tuvo la idea de atraer a los marineros, ofreciéndoles trabajo. Después, los violaba, mataba y arrojaba al mar. Ladrón, violador y asesino en serie, esta era la única vida que conocía Carl Panzram.

En 1921, Panzram fue a parar a Angola. En 1922, ya con 31 años de edad, violó y mató de forma brutal a un niño de 12 años – le aplastó la cabeza con una roca. “No me arrepiento. Mi conciencia no me molesta. Puedo dormir profundamente y tener dulces sueños” Dijo.

Carl Panzram decía odiar a la humanidad. En una ocasión mató a seis personas de una sola vez, sin ninguna razón, y arrojó los cuerpos a los cocodrilos. Tuvo que huir porque muchas personas lo habían visto con las víctimas.

Panzram fue a parar a Portugal, pero ya era un hombre buscado. Regresó a los EE.UU.. y continuó robando, matando y violando mientras escapaba. Robó una embarcación, esta vez de un comisario de policía. Repintó el barco y le cambió el nombre. Usando el arma que encontró allí, mató a otra persona – además de haber sodomizado a otra más, que lo denunció. Fue detenido poco tiempo después.


Contrató a un abogado, le dijo que en su barco había un montón de dinero y que le pagaría luego de salir de la cárcel. Cuando fue liberado, desapareció. El abogado, que intentó registrar el barco, se encontró con que era robado.

Carl continuó su vida en la delincuencia, y en una de sus aprensiones, reveló gran parte de su pasado, pero fue desacreditado. Sin embargo, se investigó y descubrió que todo era cierto. Por cierto, Panzram incluso trató de cobrar una recompensa ofrecida en otra localidad por su captura.

Fue transferido a otra prisión, mucho más rígida. En una fuga meses más tarde, se rompió las piernas y fue capturado. Algún tiempo después se sometió a cirugía, donde eventualmente acabaron por eliminarle un testículo. Además, estuvo en régimen de aislamiento solitario durante meses. Pasaba el tiempo pensando en cómo matar el mayor número de personas. Preso durante cinco años en la prisión, en 1928 volvió a las calles.

En las primeras dos semanas, ya había matado a uno. Y fue preso, una vez más.

Carl Panzram cuenta su historia.

En la identificación criminal, se dieron cuenta de que Panzram tenía en su pecho tatuado un lema: “Libertad y Justicia“. Por primera vez, Panzram dio su nombre real. Fue en esta prisión que tuvo contacto con Henry Lesse, un guardia que se interesaría en sus historias. Lesser preguntó cuál era su crimen, y él respondió: “Lo que hago es reformar a las personas.“. Y entonces empezó a hablar de su pasado.

Panzram accedió a escribir su historia para Henry Lesser. “¿Por qué soy lo que soy? Te voy a decir por qué. Yo no hice lo que soy. Los otros lo hicieron“.

En estos escritos, Panzram también dijo que el sistema penal sólo empeoró las cosas. “Toda mi vida he roto todas las leyes que se han hecho por el hombre o por Dios. Y si hubieran hecho alguna otra, yo también la rompería.”


Los procesos por delitos anteriores comenzaron a caminar, con sus propias confesiones. Hechas sin ningún tipo de remordimiento, dicho sea de paso. Cerca de 20 homicidios. Uno de los asesinos en serie más prolíficos. Panzam dijo que si era liberado, mataría a otro tanto.

En un juicio, amenazó a una víctima que lo acusaba, haciendo un gesto de estrangular el cuello: “Esto es lo que te pasará“. Fue condenado a varios años de prisión y debería volver a la cárcel federal.

Con toda calma, avisó al llegar: “Voy a matar al primer hombre que me moleste.“. Un guardia informó una infracción y Panzram fue al aislamiento. Al salir, mató al guardia, en la lavandería de la prisión. Otros prisioneros intentaron escapar de la confusión, pero Panzram rompió el brazo de uno y aterrorizo a otros. Regresó a confinamiento solitario a la espera de otro juicio.

Panzram continuó correspondiendo a Lesser. Y dijo que estaba sorprendido, porque ahora nadie lo tocaba. “Llegué a la conclusión de que si desde el principio hubiera sido tratado como ahora, todas esas personas no habrían sido robadas, violadas y asesinadas.”

El juicio de Carl Panzram.

En 1930, el caso del guardia asesinado fue a juicio. Ahí se mostró desafiante y poco cooperativo.

“¿Usted tiene un abogado?”, preguntó el juez. “No, y no quiero uno.” respondió el criminal.

Durante el juicio, Panzram fue evaluado por un psicólogo, el Dr. Menninger. “Quiero ser colgado y no quiero ninguna interferencia de tipos como tú. Lo sé todo sobre el mundo y sobre la naturaleza perversa del hombre, y no quiero jugar al hipócrita. Estoy orgulloso de haber matado a algunos y me arrepiento de no haber matado a más“. Menninger trato de hacer que Carl hablara sobre su vida, pero el asesino se estaba enojando. “¡Estoy diciendo que yo soy el responsable y culpable, y cuanto antes me cuelguen, será mejor y más feliz estaré. Así que no trate de interferir con eso!”

Menninger, en su análisis, culpó al reformatorio y a las prisiones por todo lo sucedido. Y dijo: “Nunca he visto a un individuo cuyos impulsos destructivos fueron tan completamente aceptados por su ego consciente como en Panzram.“.


Panzram fue condenado a muerte en septiembre de ese año. Escuchó la sentencia con una leve sonrisa.

“Desde luego, quiero dar las gracias a usted, juez, si apenas me dejara colocar mis manos alrededor de su cuello durante 60 segundos, nunca más se sentaría como un juez en un tribunal.” Fue retirado de la sala riendo.

Una asociación contra la pena de muerte trató de revertir la situación, pero esto enfureció a Panzram. “Yo no quiero corregirme a mí mismo. Mi único deseo es corregir a las personas que trataron de corregirme, y creo que la única manera de reformar a la gente es matarlos“.

Panzram escribió una carta al Presidente de los Estados Unidos diciendo que no quería otro juicio, y que estaba plenamente satisfecho con eso y con la pena. “Me niego a aceptar un indulto o una modificación de la condena.”


Panzram se mantuvo despierto durante la noche antes de su ejecución, caminando por la celda y cantando un pequeña canción obscena que el mismo compuso.

domingo, 29 de enero de 2017

Futakuchi-Onna


Las Futakuchi-Onna son mujeres que han sido castigadas por los espíritus con una segunda boca cerca de su nuca. Boca que normalmente queda oculta bajo sus cabellos pero que les murmura y las obliga a traerla comida…


La Futakuchi-Onna pertenece a la familia de los yokai (un tipo de monstruos mitológicos) y tiene el aspecto de una mujer que, por debajo de sus cabellos y algo más arriba de la nuca, tiene una segunda boca completamente funcional (con labios, dientes y lengua). Normalmente es idéntica a su primera boca según la creencia general, aunque otras veces se muestra con un aspecto mucho más escalofriante y grotesco, dientes afilados y un tamaño desproporcionado. Esta segunda boca tiene vida propia, pues al parecer está animada por un espíritu vengativo, que la impulsa a atormentar a su dueña, gritando o chillando si esta no la alimenta directamente o se acerca a los alimentos y no le ofrece, ya que el poder de esta maldita boca secundaria le da la facultad de manipular los cabellos de la mujer para usarlos como tentáculos que usa hábilmente para proporcionarse comida. Según la leyenda, la boca está allí como una forma de castigo a la mujer que lo sufre, normalmente por no comer suficiente o comportarse de forma egoísta con la comida.


Al igual que otros seres mitológicos de aspecto humano, la Futakuchi-Onna suele pasar desapercibida por aquellos con quienes convive y, por lo general, es descubierta después de que una o más personas se percatan de que los alimentos están desapareciendo misteriosamente en proporciones alarmantes, ya que la segunda boca de la Futakuchi-Onna come el doble de lo que come su anfitriona (la mujer en la cual está, a modo de condena…).


Como ya se dio a entender, y es esto lo que resulta más aterrador en la leyenda, la segunda boca de la Futakuchi-Onna tiene conciencia propia y piensa o, para ser más precisos, piensa el espíritu rencoroso y castigador que la controla… Por esto, esta boca viviente no solo puede gritar, chillar y manipular los cabellos de la mujer, sino que además es capaz de obligarla a cometer casi cualquier tipo de acción, incluso un crimen, y la torturara psicológicamente si se niega, murmurando constantemente y avivando el sentimiento de culpa en la mujer, achacándole la falta moral que la llevó a tener una segunda boca y convertirse en un monstruo…


La historia del avaro:

Esta historia, pasada de generación en generación como una viva advertencia de los castigos sobrenaturales que puede recibir la tacañería, cuenta que, hace mucho tiempo, vivía en un pueblo un artesano muy trabajador, que estaba aún en edad de tener mujer e hijos, y gozaba de cierta holgura económica porque había renunciado a casarse, no porque fuera muy religioso o porque no le gustaran las mujeres, sino porque le producía una profunda aversión la idea de tener que mantener a una mujer, de tener que pagar una boca más… Su dinero era su dinero, era el dinero que conseguía con su esfuerzo, y no quería compartirlo con nadie, pues deseaba poder disfrutarlo él solo, comprándose buena ropa y cosas que, de tener una boca que mantener, seguramente no podría gozar.


No obstante, todo cambió cuando, cierto día, en el pueblo apareció una nueva habitante, que vino sola, sin esposo, padres, hijos, o tipo alguno de compañía. Esta mujer tenía la piel tersa, blanca como la nieve, los cabellos largos y sedosos, y el rostro inundado por una belleza digna de ser retratada por la mano de un hábil pintor. Apenas la vio, el artesano quedó embelesado; sin embargo, lo que realmente le hizo desearla con intensidad y quererla para sí, fue el enterarse, tras un par de días, que la mujer comía sumamente poco, tan poco que, tenerla en casa, acarrearía un gasto económico insignificante en comparación con todo lo bueno que podría obtener con su compañía. Así, el artesano empezó cortejarla hasta que finalmente la convenció para casarse y la llevó a vivir con él.


Inicialmente todo fue alegría, pues la mujer era una compañera agradable y entretenida, y además el artesano veía con gran complacencia que, efectivamente, eran muy ciertos los rumores sobre lo poco que comía. No obstante, el tiempo pasó y el hombre se percató de que sus reservas de alimentos estaban disminuyendo de manera misteriosa, y en cantidad tal que era como si, además de él y la mujer, viviesen dos personas más en la casa, aunque sabía que no habían entrado a robarle porque, justamente por lo aferrado que era a sus posesiones, cuidaba muy bien que nadie entrara a su hogar. Entonces: ¿acaso su esposa se estaba comiendo la reserva cuando él no la veía, cuando dormía o no estaba?… Eso le resultaba un poco difícil de creer porque ella seguía siendo tan delgada como cuando la conoció, y ya debería estar como un luchador de sumo si comiese tanto; sin embargo, se decidió a espiarla para disipar sospechas, de modo que, cierta mañana, fingió ir al trabajo y se quedó escondido en casa…


Lo que vio lo dejó sin palabras, lo horrorizó, y habría gritado si no fuese porque temió perder su vida. Y es que allí, en la cama donde durmió tantas noches con aquella mujer de piel blanca como el marfil, yacía una cosa horrenda, inimaginable, que él no alcanzaba a entender cómo no pudo sentir con sus manos al acariciarle la cabeza a su esposa… Era una boca, con lengua, dientes y labios, una boca viviente que su mujer tenía en la parte de atrás de la cabeza, por encima de la nuca. Esta boca murmuraba cosas que él no alcanzaba a oír, pero creyó que eran acusaciones porque su mujer lloraba con cara de remordimiento, mientras la boca controlaba los cabellos de ella como si fuesen tentáculos, hasta que la mujer se levantó y se acercó a un plato de arroz, y entonces la boca viviente usó los cabellos para agarrar una cuchara y engullir con voracidad la comida…


Fue lo más espantoso que jamás vio en toda su existencia, y unos días después pensó en divorciarse de su esposa, pero la segunda boca intuyó el plan y lo sorprendió en la bañera, llevándoselo a las montañas para matarlo, aunque allí él consiguió escapar y se escondió entre las hierbas y el agua verdosa de un pantano, donde permaneció hasta que su endemoniada mujer desistió y se marchó. Esta es la versión más conocida del final: en la otra, la mujer lo encuentra y lo asesina, devorándole el rostro lentamente con su boca secundaria…


¿Por qué se transforman en un Futakuchi-Onna?

Existen cuatro versiones sobre la procedencia de la segunda boca que caracteriza a estos monstruos, cada una podría considerarse una leyenda independiente aunque todas tienen puntos en común.

La mujer que no come: En la actualidad se le llama “anorexia”, pero siempre hubo mujeres que se privaban de comer pudiendo hacerlo para mantener la línea: así, cuando enfermaban gravemente, a veces eran castigadas por las fuerzas que gobiernan el mundo sobrenatural, y el castigo era la aparición de una boca viviente que las obligaba a comer…


La mujer que no alimenta a los hijastros: Cuentan que, cuando una madrastra no alimenta a sus hijastros y sólo da de comer a su propia descendencia, es gravemente castigada si esa conducta causa, directa o indirectamente (haciéndolo más proclive a enfermarse y no recuperarse de las enfermedades), la muerte de un hijastro o una hijastra. Entonces le cae una terrible maldición, en la que el espíritu del difunto hijastro o hijastra entra en ella, en su cabeza, donde la atormenta murmurando cosas, y haciéndole crecer una segunda boca que comerá mucho más de lo que le fue negado en vida. Esta creencia se relaciona con una conmovedora historia, en la que una madrastra malvada tenía una hija y una hijastra. A la hija la trataba bien, y le daba de comer en abundancia, en detrimento de la relegada hijastra a la que apenas daba lo suficiente para evitarle la muerte; sin embargo, esto fue mermando la salud de la criatura, que se enfermaba constantemente y un día falleció… Después, pasados unos 49 días (el tiempo máximo en que el alma está en el más allá antes de reencarnar, según el budismo), la madrastra empezó a sentir terribles dolores en la parte posterior de su cabeza: sentía que se le estaba abriendo el hueso, que algo le estaba creciendo, y a veces le parecía escuchar la voz de la hijastra en su cabeza, hasta que un día se despertó y tenía una boca en la parte que le causaba los dolores… Esta boca hablaba con la voz de la hijastra, pues estaba animada por su espíritu que, sediento de venganza, le exigía los alimentos que en vida no le dio, pero en mucha mayor cantidad…


La madre egoísta

Parecida a la versión anterior, una creencia dice que la maldición de la boca viviente también cae sobre todas las madres que, bien por tacañería, por glotonería o ambas cosas, se alimentan bien sólo ellas y a sus hijos no dan casi nada de comer, haciendo que se enfermen y mueran. A ellas, les viene la condena de que, el espíritu del hijo difunto, les atormentará bajo la forma de una boca viviente en la parte posterior de la cabeza…



La esposa del leñador

Esta versión no se generaliza y se relaciona con una historia particular, en la que un leñador estaba un día cortando un árbol, cuando de pronto su esposa se acercó y él, sin querer, le dio un hachazo un poco por arriba de la nuca… Esto no mató a la mujer, pero la herida nunca sanó, y una boca viviente creció en su lugar…



viernes, 27 de enero de 2017

La leyenda de la canción de Gloomy Sunday



La canción Gloomy Sunday (o «Szomorú vasárnap», en su idioma original) fue apodada como la Canción húngara del suicidio debido a su misteriosa vinculación con varios casos de suicidios en distintos países del mundo. Esta fue compuesta por el pianista húngaro Rezső Seress en 1932, quien le añadiría letra a la melodía de la mano de László Jávor y la grabaría por primera vez en el año 1935 junto a Pál Kálmar.


La canción, romántica y melancólica, narra la historia de un amante que perdió a su amor y que planea reunirse con ella en la muerte. Hay diferentes versiones de esta leyenda, una de ellas dice que la inspiración para su creación fue la trágica ruptura de Seress con su amante, quien luego cometió suicidio, otra, que fue inspirada por la prometida suicida de Jávor; de cualquier modo, esta melodía, triste pero hermosa, rápidamente ganó popularidad y fue difundida por las estaciones radiofónicas.


Se dice que infundió en unos cuantos pensamientos suicidas, pues fueron 17 los casos de suicidios en Hungría los que pudieron ser directamente vinculados a esta: fueron encontradas referencias de la canción en notas y cartas de los suicidas, las partituras junto a los cuerpos, e incluso la canción misma sonando de fondo en el lugar del hallazgo. Tras todos estos sucesos, la canción fue finalmente prohibida en este país, sin embargo, su fama ya la había llevado a otros lugares del mundo.


Ya para 1936, Szomorú vasárnap había llegado al resto de Europa, desde Rusia hasta Francia, llevando consigo un aciago sentimiento a donde fuere, y por lo tanto, causando igualmente otras olas de misteriosos suicidios, pero no fue sino hasta 1941 que la canción llegó a los Estados Unidos. Fue la versión de Sam M. Lewis la primera en escucharse en el Nuevo Mundo, y aunque este editó e hizo algunos cambios a esta tonada para suavizarla, originó una nueva y mayor oleada de suicidios que ocasionó muchísimo más revuelo que las anteriores, dando como resultado la prohibición de esta canción en algunas estaciones radiofónicas y clubes nocturnos y algunos otros países por distintas instituciones tales como la BBC.


Luego de diferentes estudios, se llegó a la conclusión de que no era la canción en sí la que inducía a las personas a cometer suicidio, sino que solo era un factor que contribuía a estas fatídicas decisiones; en sí, no era lo que llevaba a las personas a esto, sino la situación que se vivía globalmente por aquellos tiempos que causaba una depresión emocional derivada de la depresión económica que sufrían varios países luego de la Primera Guerra Mundial, no obstante, esta teoría no justifica extraños casos que ni siquiera estas aclaraciones podrían explicar.


A pesar de toda la conmoción producida por la obra de Seress, debido a su prohibición fue paulatinamente olvidado en el tiempo hasta que en enero de 1968 el autor cometió suicidio, cuando ganó nuevos niveles de popularidad que la catapultaron a una fama mundial que perduraría hasta los años venideros.



miércoles, 25 de enero de 2017

Autopista 86



Era una noche tan oscura, que únicamente me permitía ver unos metros adelante en el camino y eso que mi automóvil estaba equipado con faros de agua, las cuales indicaban que sin duda alguna pronto se desataría una terrible tempestad.


Bajé una de las ventanillas, pues con todo y todo me sentía borracho y además el aire acondicionado del carro, tenía tiempo que se había averiado. Puede sentir ese calor húmedo que sólo se percibe cuando está próxima la llegada de un huracán. Continué conduciendo con mucho cuidado, pues el camino estaba en malas condiciones y ademas había una serie de curvas que si no las libraba con precaucion seguramente acabaría despedazado en el fondo del abismo.


De repente comencé a sentir mucho cansancio, algo extraño pues antes de emprender el viaje duermo lo suficiente, puse la música para tratar de despabilarme y en eso vi como un individuo andaba a un lado del camino. Luego volví a mirar y me di cuenta de que el hombre aceleraba y en punto íbamos a la misma velocidad, solo que el lo hacía flotando.


Por más que traté de mirarle el rostro, no pude hacerlo ya que éste estaba cubierto con un velo oscuro. Después el espectro apareció enfrente de mi automóvil y sin querer lo arollé, pues no tuve tiempo de frenar. El impacto fue tan fuerte que me envió al abismo. En segundos el cofre de mi automóvil estalló en llamas y yo salí del carro como pude.


Me recosté en el suelo y observé como el hombre que había arrollado, me miraba desde lo alto con una sonrisa macabra. Descendió lentamente hasta donde yo estaba y cuando llegó abrió sus fauces, enseñando un par de filosos colmillos.

Lo que pasó después es un tanto borroso, ya que desperté en la cama de un hospital en el cuello aún tengo marcas de lo que parece ser una criatura de leyenda o digásmoslo claro, de un vampiro.

lunes, 23 de enero de 2017

La avioneta roja


A Lucas le urgía llegar a Cancún, pues su jefe le había encomendado que se entrevistara con unos inversionistas de la compañía en aquellas paradisiacas playas.

Frenéticamente se puso a buscar vuelos que lo llevaran para allá lo más rápido posible. Desafortunadamente, no pudo encontrar ninguna línea comercial que lo condujera a su destino en ese día.

Por esa razón, no le quedó otra alternativa que ir personalmente al aeropuerto y ver si podía contratar a un piloto particular.

Después de mucho indagar, encontró a un aeronauta que hacía recorridos frecuentes por esa zona de México. Lo malo era que aparentemente sólo transportaba mercancía. Sin embargo, como Lucas no tenía tiempo que perder, se le acercó y le preguntó.

– Hola señor, disculpe la molestia pero quería preguntarle ¿cada cuando lleva a cabo viajes a Cancún? Dijo el ejecutivo.

– ¿Por qué quiere saber eso? ¿Tiene algo que transportar? Replicó el piloto.

Lucas sintió miedo al escuchar la voz del hombre, pero más aún cuando lo miró a los ojos. No obstante, el muchacho estaba empeñado en saber si conseguiría o no su objetivo.

– No mire, lo que pasa es que me apura llegar allá esta misma tarde y usted es mi única alternativa.

– De acuerdo joven, yo lo llevaré, justamente hoy me toca hacer uno de mis viajes a Cancún. Pero eso sí, le advierto que le costará mucho dinero.

– Por eso no se preocupe, le pagaré una parte en efectivo y además le haré un cheque. Agradezco su gentileza. Dijo Lucas.

– No me lo agradezca, puede que termine arrepintiéndose de esta decisión.

Ambos subieron al artefacto volador. Para esto era una avioneta pequeña de color rojo. Lucas abrochó su cinturón y esperó a que la máquina surcara los aires.

Cuando el aeroplano tomó suficiente altura, el piloto sacó de su bolsillo una pistola y se disparó en la sien, dejando que el aeroplano se desplomara sin control sobre el mar.

Lucas murió del susto antes del impacto contra el agua.

Pese a eso, hay quien afirma seguir viendo a menudo a la avioneta roja salir de ese aeropuerto.



sábado, 21 de enero de 2017

Las piedras hechiceras



Cerca de ensenada, junto al mar, hay un lugar conocido como el aguaje de la zorra, donde siete caminos convergen en un montón de piedras que, dicen los lugareños, son buenas o malas según se porten los que pasan por ahí.


Un día, a un muchacho llamado Felipe —que andaba por la vida renegando de todo: no le gustaba caminar, no le gustaba el frío ni el calor, en fin, nunca estaba contento— su mamá lo había mandado a la costa a traer mariscos porque era la temporada; ya estaba a punto de irse cuando le dijo:

—Felipe, no se te olvide que tienes que cortar una rama para dejarla en las piedras.

El joven no respondió, agarró su cesta, levantó los hombros y se fue. Al llegar al cruce de los caminos, se dio cuenta que el montón de piedras ya estaba cubierto de ramas y de flores. Recordó lo que su mamá le había dicho, pero como buen caprichoso no le dio la gana cortar la rama, así que ni se detuvo.

—Para qué les pongo yerbas, ésas son cosas de mujeres y de gente que no tiene qué hacer —se dijo— ¡son puras piedras...!

Llegó a la costa, donde por todos lados jóvenes, señores y niños buscaban ostiones y mariscos; algunos ya estaban descansando tirados sobre la arena y otros chapoteaban entre las olas. El sol brillaba intenso en el horizonte.

— ¡cuánta gente, de seguro que ya no hay nada! —pensó enojado Felipe.

Se dirigió hacia unas rocas en donde no había nadie, se metió al agua, se acomodó la cesta y empezó a buscar mariscos, sin embargo, pasados unos minutos su cesta seguía vacía.

—no puede ser, siempre hay muchos; a lo mejor aquí no se acercan —pensó— pero no quiero ir adonde están todos ésos.

Torció la boca y se sentó en las rocas, miró que a lo lejos el mar se fundía con el cielo, todo era azul. Volvió la cabeza para ver a la gente y se dijo:

—voy a tener que ir para allá pero, ¿y si mejor le digo a mi mamá que no había nada?, ¿me creerá?

Estaba pensando esto y no se dio cuenta de que una enorme ola empezó a crecer detrás de él; en unos segundos se levantó de tres a diez metros, como si fuera un cerro de agua. Los otros pescadores al ver aquella ola huyeron espantados, le gritaban a Felipe para que se saliera, pero el muchacho no escuchaba. Estaba riéndose solo, por su mente cruzaba veloz el recuerdo del montón de piedras. De pronto volteó al escuchar el rugir de la ola... pero no tuvo tiempo de nada: el cerro de agua cayó sobre él, y se lo tragó;

Un huarache voló por los aires y la cesta quedó flotando un momento, luego se hundió lentamente. Más tarde el mar regresaba a la calma y de Felipe no quedaban ni señales.

Días después, en el aguaje de la zorra, encima de las piedras hechiceras, que así es como les llaman, un cesto lleno de mariscos yacía entre las ramas que la gente acostumbraba poner.

¿Era el cesto de Felipe? ¿Tú qué crees?

jueves, 19 de enero de 2017

La Sayona



Cuenta la historia que hace mucho tiempo, vivía una mujer muy hermosa, llamada Melisa. Desde muy joven Melisa había sido muy celosa.

Melisa creció y se casó con un hombre muy bueno, que era incapaz de herir a nadie. Poco tiempo después tuvieron un hermoso hijo.

Pero en su pueblo, que está en la región de Los Llanos, había un hombre de mala fe, mentiroso y mujeriego que se enloquecía por ella. Este la espiaba cada día mientras ella nadaba desnuda en el río, hasta que ella un día lo descubrió.


"¿Qué haces aquí espiándome? Aunque de ti me lo podía esperar" le dijo Melisa.

A lo que este contestó:
"No estoy espiando, yo vine a advertirte, mujer, que tu hombre te esta cambiando por otra, tu marido te esta traicionando con tu propia madre". Una historia que era totalmente incierta.


Al oír esto Melisa palideció y salió corriendo hacia su casa. Al llegar allí encontró a su esposo, pero estaba llena de celos. Melisa le prendió fuego a su propia casa en la cual se encontraba su esposo y su bebe de 9 meses. Desde lejos se podían escuchaban los llantos del bebé y los gritos del esposo pero para cuando llegaron los vecinos ya era demasiado tarde.


Mientras los vecinos se lamentaban, Melisa ya había llegado a casa de su mamá, a la cual le contó lo que había hecho y porque lo hizo. La madre estaba horrorizada, le dijo que ella no la había traicionado. Pero su hija no la creyó, por los celos y la madre huyó hacia el patio, pero no pudo escapar y Melisa la atacó con un machete, dándole tres cuchillazos en el vientre, ésta antes de morir la madre la maldijo: "Jamás te mentí, y tu cometiste el peor pecado, matar, pero yo te condeno sayona".


Desde entonces, se cuenta en el pueblo, que a los hombres mujeriegos se les aparece una hermosa mujer, quien les pide que le enciendan un cigarro.


Pero no lo hagan, porque al hacerlo, verán su espectral rostro, el rostro de la propia muerte y si no mueren del susto al ver esta horrenda cara, ella los acosará tomando diversas formas hasta producirles un infarto hacer que se caigan por un barranco, mueran en un accidente o cualquier otra horrenda muerte.



martes, 17 de enero de 2017

La mano del diablo



Corría el siglo XVIII en la ya conocida Inglaterra ,su majestuosa arquitectura gótica, aquellos callejones empedrados, las lamparas arrojando su tenue luz sobre los caminos .Formando pequeños espectros que bailan al compás de la música nocturna.


Pero todo este paisaje tan maravilloso fue perturbado por el asesino de Lincon, en los periódicos y gacetas locales solo se leía una cosa... muerte.
La paz de los habitantes de Lincon había sido perturbado ya que hacia mas de tres meses un desconocido, bajo el resguardo de la noche, había asaltado y asesinado a mas de diez personas, este homicida se distinguía por la saña con que cometía los atracos.
Cierto día cuentan, como sobre las 12:30 de la noche unos gritos espantosos alertaron al Scotland Yard (la famosa policía inglesa).


El sargento Curtiss acompañado de un oficial de menor rango acudieron presurosos ante los desconcertantes gritos que venían de la calle contigua. Al llegar vieron sobre el piso un gran bulto el cual se retorcía cual alma en penitencia, al acercarse se percataron de que era un hombre, de sus labios solo salían incoherencias y sus ojos dejaban ver un rictus de terror .Pero los guardianes se quedaron mas perplejos al percatarse de un macabro hallazgo. Al intentar levantar a ese desconocido se dieron cuenta que se aferraba a lo que parecia ser una mano la cual lleva entre el dedo indice un precioso anillo de oro.


Ya en la comandancia con el hombre tras las rejas se declaro culpable de los diez homicidios ocurridos en la zona ,al cuestionarlo sobre que hacia con esa mano y a quien había cercenado el miembro el solo dijo que había sido al diablo que al intentar atracar a un hombre elegante que transitaba por la calle, se le acerco capazmente tomo su cuchillo y corto su mano al ver la fina joya.


 Pero se sorprendió ya que aquel hombre no grito ni se quejo ante lo ocurrido y dijo que al volverse, en sus ojos rojos vio el mismo infierno, esa cara descarnada y agusanada ese olor a muerte y podredumbre solo se tiro al piso y después comenzó a gritar. Poco tiempo después uno de los oficiales reconoció el anillo el cual había pertenecido a un acaudalado hombre del lugar al cual se creía había pactado con el diablo al hacer una autopsia al cadáver del enigmático millonario, que había muerto hacia mas de doce años. La sorpresa fue inmensa al percatarse que efectivamente faltaba la mano izquierda, la misma que llevaba el asesino, la misma a la que después llamaron.... la mano del diablo!